Sobre la Artista

Martha nació en Tingo María en la selva peruana y algunos meses más tarde sus padres se instalaron en Arequipa, la segunda ciudad del Perú, situada en el sur del país.

Arequipa, rodeada de volcanes, recibió el nombre de «ciudad blanca» por la fuerte luz que la baña constantemente y que hace resaltar el color blanco de las piedras volcánicas (sillar) utilizadas para la construcción de sus casas coloniales. El blanco de las piedras contrasta con el azul del cielo y el ocre de las colinas que la rodean. Estos espacios, formas y colores brillantes y contrastantes están siempre presentes en sus obras.

Atraída muy temprano por el arte pictural, Martha estudia durante un año en la Escuela Superior de Bellas Artes antes de ingresar en la Universidad Nacional de San Agustín en Arequipa donde seguirá la carrera de Arquitectura. El azar de la vida la conduce luego a varias ciudades del continente americano donde continúa el perfeccionamiento de su arte (cursos de anatomía en la Universidad Estatal de Nueva York, Arte Comercial en el Instituto de Arte de Houston, Texas) y a enriquecerse en contacto con otras culturas (Estados Unidos, México, Venezuela).

Finalmente Martha realiza su sueño de infancia y se instala en París donde puede dar libre curso a su producción artística.

Su pintura:

Si hubiera que definir la pintura de Martha, podríamos calificar su estilo de simbólico.

Los trazos de su dibujo, pero también las formas, los colores, la textura de su pintura, todos esos elementos le sirven para expresar los sentimientos y las pasiones arraigados en lo más profundo de ella. El aprendizaje de la arquitectura y la realización de un gran número de retratos que le fueron solicitados han dado una gran seguridad a su trazo. Martha hace deslizar la acuarela sobre el papel, la hace danzar, los colores se superponen, se mezclan y le permiten de recrear tanto la gracia y la ligereza de una cala como la fuerza y la gravedad del rostro de una anciana marcada por años de vida dificil. Los colores son sabores para Martha y ella los compara a menudo con los perfumes, son pimientos, chocolate, frutas rojas, limones. El brillo de los que ella utiliza, los contrastes marcados entre los rojos, amarillos, ocres y azules, son probablemente la influencia de los paisajes de su juventud.

La maestría de la tecnica, un dibujo claro y una pintura nítida, le permiten expresar plenamente sus sentimientos y transmitirnos sus pasiones y sus luchas.

Su poesía:

La asociación de la poesía a la pintura Martha la inició desde el año 2003. El juego de palabras, la yuxtaposición de ellas se vuelve un complemento a su arte pictórico.  Así puede ir aún más lejos en la expresión de sus sentimientos y pasiones. Su experiencia de pintora le permite organizar un lenguaje simbólico, escribir una poesía visual. Las palabras son colores, los versos formas, los poemas cuadros vivientes.

Como se puede apreciar en sus dos poemarios
– « Encuentro de Dos Ríos »   2006
-« Sufrimiento y Placer »  2014, bilingüe francés-español.

Sus temas de predilección:

Martha encuentra su inspiración en la vida de todos los días y sobre todo en las relaciones entre la gente ordinaria, en sus combates, en los roles que representan en la sociedad para ser o parecer, que son sus temas de estudio. Es asi que dos temas mayores aparecen en sus obras, las mujeres y las máscaras.

Cuando Martha pinta las mujeres en diferentes situaciones de la vida, es lo más profundo de ellas que hace aparecer en su telas. Es la mujer en el mundo de la competición que, a veces, utiliza sus armas femeninas creyendo asi vencer la dominación masculina. Es la mujer que quiere liberarse pero que, a menudo encargada de la educación de sus hijos, transmite el respeto de las tradiciones a sus propias hijas, perpetuando asi los lazos que la atan. Es entonces que la mujer se desprende de su juventud, se transforma en mujer objeto, el torbellino perpetuo, los encantos inesperados. Pero es también la mujer que se arranca de sus raíces, se escapa de su mundo, le da la espalda a las tradiciones, a la búsqueda de un mito que finalmente ve derrumbarse y entonces, es la ironía del exodo. Es finalmente la mujer que llega al final de su vida, el rostro marcado por los años de vida difíciles, pero calmada, con la piedad como ultimo refugio.

Las máscaras pintadas por Martha son aquellas del teatro de la vida cotidiana. Cada uno de nosotros, segun las circunstancias, representa un rol y lleva una máscara para interpretar el personaje que ha elegido representar. Esta máscara es el ser que quisiéramos ser. La máscara permite también realizar acciones que no osaríamos hacer sin su proteccion. Pero la máscara es también la ambiguidad Que se esconde detrás ella? Cuando termina de ser una máscara para volverse el reflejo de nuestra propia personalidad? Es este juego que Martha nos invita a través su galería de máscaras, dejándonos la tarea de descubrir la apariencia de la realidad.

Cuando Martha quiere alejarse un poco del mundo se refugia en su jardín secreto plantado de calas. Las calas son las flores que acompañan los acontecimientos importantes en América Latina, nacimientos, casamientos, entierros. Martha las representa con su propia personalidad, desde que brotan pasando por la edad madura, hasta la oxidación final. Solas, por pareja o en un ramo, las calas danzan, vuelan, se mezclan, estallan sobre el papel y la tela. Con su único y carnal pétalo en forma de cáliz y su pistilo erecto, se transforman en actores involuntarios de un teatro sensual.

Martha expresa en sus obras lo que siente en lo más profundo de si misma y que quiere hacernos compartir, su combate contra las injusticias y por las libertades, pero también nos ayuda a descubrir la estética, es decir a encontrar la belleza a veces oculta en los más pequeños elementos de la naturaleza y para la cual no tomamos más el tiempo de detenernos a apreciarla.